LA GESTIÓN DEL AULA DE ELE EN
ENTORNOS PRESENCIALES
Tenemos poca capacidad de
decisión sobre gran parte de los aspectos temporales que determinan la clase de
ELE. No podemos elegir horario, normalmente, tampoco la duración de la clase o
su periodicidad y tendemos a creer que el tiempo es escaso para nuestros
objetivos, las necesidades de los
estudiantes, el contenido del curso y otros que puedan surgir. A pesar
de esta escasez de tiempo con el que percibimos la actividad docente cotidiana,
hemos de ser conscientes de la forma en la que gestionamos el tiempo que
tenemos con los alumnos.
Si empezamos por la puntualidad,
habremos enseñado a compañeros y estudiantes el valor que tiene en
el trabajo, y en las relaciones con los demás. Es una forma de respeto que
comunica la importancia del tiempo de uno mismo y el de los otros. Ser puntual
en el aula no significa ser intransigente, intolerante con los pequeños
retrasos, pero servir de modelo para
personas que pueden tener otras costumbres en su cultura, siempre es
importante.
Pero la gestión del tiempo en el
aula es más que la puntualidad, para empezar y para acabar, las clases. Es
práctica habitual en los contextos de aprendizaje donde se trabaja la expresión
oral en L2, no dar tiempo al estudiante para elaborar una respuesta, para
responder con cierta seguridad, para consultar una palabra o recordar algo que
le permita expresar lo que puede, pero
con un poco de tiempo. Este tiempo de espera que ha de respetar el profesor y
el resto de compañeros es un factor muy
importante para algunos alumnos en su aprendizaje de L2.Tal vez el tiempo de
silencio en una clase de lenguas no esté bien considerado.
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